miércoles, 28 de enero de 2009

Amor se llama el juego

Hace demasiados meses que mis payasadas no provocan tus ganas de reír. No es que ya no me intereses pero el tiempo de los besos y el sudor es la hora de dormir. Duele verte removiendo la cajita de cenizas que el placer tras de si dejó. Mal y tarde estoy cumpliendo la palabra que te di cuando juré escribirte una canción. Un dios triste y envidioso nos castigó por trepar juntos el árbol y atracarnos con la flor de la pasión por probar, aquel sabor. El agua apaga el fuego, y al ardor los años. Amor se llama el juego en el que un par de ciegos juegan a hacerse daño. Y cada vez peor y cada vez más rotos y cada vez más tu y cada vez más yo sin rastro de nosotros. Ni inocentes ni culpables

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